No somos conscientes del impacto medioambiental que tiene nuestra alimentación.
Con tan sólo una serie de premisas muy fáciles de llevar, podríamos disminuir la contaminación de nuestro planeta.
Además estaríamos contribuyendo a mejorar nuestra salud.
1. Dieta más vegetariana.
Basa tu alimentación en frutas, verduras, cereales, frutos secos, legumbres y tubérculos.
Una dieta baja en carne y alta en vegetales se ha visto que mejora nuestra salud, ya que reduce los niveles de colesterol y triglicéridos, aumentando el colesterol bueno HDL y reduce el riesgo cardiovascular, cáncer o diabetes.
Hay estudios que evidencian que la producción de alimentos de origen animal (incluido la leche, huevos y otros subproductos) contribuyen al cambio climático, ya que el ganado es responsable de gran parte de las emisiones de efecto invernadero (CO2, amoniaco y metano, derivado del estiércol) además de destinarse extensas áreas de cultivo para la alimentación del ganado.
Se ha visto que el ganado consume más proteína que puede ser comestible para el ser humano (vegetales, legumbres y granos) de la que produce en forma de carne, huevos y leche.
A esto se suma la evidencia de que el exceso de carne y lácteos perjudica la salud por su contribución a la dieta en grasa saturada y colesterol. De acuerdo a estos conocimientos, las autoridades de salud pública nacionales e internacionales, con el apoyo de la OMS, recomiendan comer menos carne (en especial carne roja y las carnes procesadas) y grasa animal.
2. Reduce el consumo de proteína total
Las necesidades de proteína en un adulto sano están entre el 0,8 – 1,2g/ kg de peso al día, y estamos consumiendo de media entre 2 y 3g/ kg de peso al día. Es decir muy por encima de las recomendaciones, y si esto no viene acompañado de un adecuado consumo de agua, podríamos estar perjudicando al riñón, ya que tiene que trabajar el doble para metabolizar el exceso de proteína procedente de la dieta.
3. Consume alimentos de temporada.
Ahorrarás dinero, ya que su precio es más económico y justo. Además su punto de maduración y recolecta será más óptimo, pudiendo así obtener más beneficios nutricionales.
4. Tradición.
Son platos típicos y de la cuenca mediterránea los guisos de legumbres (como el tradicional “fessols i nabs” del litoral valenciano), la paella de verduras, platos de legumbres con arroz, pan “tomaca” o “els calçots” (de la zona de Cataluña), o el “pipi rana” plato típico de la zona de Cuenca, o el “Gazpacho” o el “Salmorejo” de la zona de Andalucía; son sólo unos ejemplos de la gastronomía típica de nuestro país de platos elaborados con verduras o legumbres.
5. Consume alimentos de cercanía
Los alimentos cultivados en otras zonas geográficas deben transportarse hasta tu localidad, y eso contribuye a la contaminación debido al transporte. Además estarás fomentando el desarrollo económico y social de tu entorno.
6. Compra a granel.
Evita los productos que se conserven o se comercialicen en bolsas o envases de plástico, ya que se producen una cantidad enorme de desperdicios y de basura.
7. Disminuye la «huella alimentaria».
Disminuye la producción de desperdicios, para disminuir la “huella alimentaria”. Para eso es necesario una buena planificación para evitar que se tire comida o no se aproveche.
8. Cocina.
Elabora tus propios platos. Es importante cocinar ya que así podrás hacer tus propias elecciones en las materias primas, serán de más calidad, conservarán más nutrientes y evitaremos envases innecesarios para su mantenimiento y transporte. Además conservarás la tradición culinaria de tu localidad.